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La protección a la infancia en situaciones de emergencia, una prioridad en el contexto actual
La reciente emergencia provocada por la DANA en Valencia resalta la necesidad de implementar las Normas Mínimas para la Protección de la Infancia en la Acción Humanitaria (NMPI). Aunque diseñadas para contextos en desarrollo, estas normas son esenciales en cualquier crisis, incluido el contexto español, dado el impacto significativo que tienen sobre la infancia. Es crucial no solo responder a las necesidades inmediatas de la población afectada, sino también proteger a los niños y niñas, quienes enfrentan riesgos específicos en situaciones de emergencia.
Los niños, niñas y adolescentes son especialmente vulnerables en situaciones de crisis y enfrentan riesgos que pueden afectar profundamente su bienestar y desarrollo. Estos riesgos incluyen:
- Lesiones y traumas físicos: Durante emergencias, es común que menores sufran heridas o lesiones que requieren atención médica inmediata.
- Daño emocional y psicológico: Las pérdidas de familiares, amistades y espacios significativos como áreas de juego y socialización pueden generar estrés postraumático, miedo y aislamiento en la infancia.
- Pérdida de cuidadores y redes de apoyo: En algunos casos, menores pueden quedar huérfanos o sin un cuidador principal, aumentando su vulnerabilidad en un contexto de emergencia.
- Falta de acceso a servicios básicos: La interrupción de recursos y servicios, como alimentación adecuada, productos de higiene y medicamentos, agrava el bienestar integral de los menores.
- Riesgo de abuso y violencia: Los menores pueden estar expuestos a situaciones de abuso y violencia, especialmente en entornos con estructuras familiares comprometidas o en alojamientos temporales.
Para mitigar estos riesgos, es crucial que los entornos de emergencia generen espacios seguros y protectores, donde se fomente un clima de confianza y de apoyo.
Medidas para garantizar la protección a la infancia en emergencias:
Crear entornos seguros y protectores: Es fundamental establecer espacios en los que los menores puedan sentirse físicamente seguros y emocionalmente apoyados. La disponibilidad de adultos que generen confianza y ofrezcan escucha activa es clave para que niños y niñas puedan expresarse con libertad.
Fomentar vínculos familiares y sociales seguros: Mantener los lazos con familiares, amistades y referentes cercanos brinda seguridad emocional a los menores. La integración de los niños y niñas en redes de apoyo de la comunidad contribuye a reducir el sentimiento de soledad.
Practicar la escucha activa y comunicación asertiva: Es esencial prestar atención a los pensamientos y sentimientos de los menores, ofreciendo una comunicación clara y adaptada a su nivel de desarrollo. Esto ayuda a los niños y niñas a comprender mejor su entorno y sentirse más seguros.
Establecer rutinas estables y seguras: En momentos de crisis, una rutina estructurada, aunque flexible, proporciona seguridad. Incorporar actividades cotidianas, como juegos, ayuda a reducir la ansiedad y proporciona un sentido de normalidad en situaciones caóticas
Promover el juego y el deporte: Estos elementos son herramientas esenciales para la infancia. A través del juego y el deporte, los menores pueden expresar sus emociones y pensamientos, lo que facilita un proceso de adaptación y resiliencia en situaciones adversas.
Incluir apoyo psicosocial en espacios socio-deportivos seguros: La incorporación de actividades lúdicas y de socialización, especialmente para la primera infancia, debe ser liderada por personas capacitadas que sepan crear un ambiente de cuidado y bienestar, donde los menores puedan expresar sus emociones y recibir el apoyo necesario.
Fomentar un enfoque comunitario y apoyo a las familias: Crear espacios donde los menores puedan jugar y socializar ayuda a las familias a gestionar mejor el cuidado de sus hijos e hijas en estos contextos. La colaboración de voluntarios con capacitación básica en protección a la infancia es fundamental para proporcionar un acompañamiento adecuado y generar un sistema de apoyo efectivo y a largo plazo.
En situaciones de emergencia, proteger a la infancia es una prioridad que implica el compromiso de la comunidad, las familias y las organizaciones humanitarias. A través de la implementación de estas medidas y la aplicación de las Normas Mínimas para la Protección de la Infancia en la Acción Humanitaria, podemos garantizar que los menores encuentren en su entorno un espacio seguro y protector. Estas acciones no solo aseguran su bienestar inmediato, sino que fortalecen sus capacidades para enfrentar y superar las adversidades que surgen en situaciones de crisis.
La información y recomendaciones incluidas en este comunicado han sido recopiladas y desarrolladas en colaboración con Fundación Fútbol Más España, Kunina Sports y Zain Protección a la Infancia y Adolescencia, organizaciones comprometidas con el bienestar integral de los menores en entornos de emergencia.